Presentación

© Fernando Maldonado: "Las ventanas"


El tránsito hacia nuevos temas nunca termina. Queda el registro.

La visión de obras correspondientes a otros años alimenta la comprensión de las recientes.

Pone en evidencia la forma cíclica del viaje interior del autor y deja indicios de la tarea asumida.
Un cuadro es todos los cuadros y cada uno consecuencia de los anteriores; su multiplicación en el tiempo y el espacio enfatizan el sentido de la absurdidad.
Son también una suerte de abominaciones que prolongan la existencia más allá de la vida.
El orden de los sucesos, el dictamen de las formas y el origen de los “ismos” pueden ser aceptados, negados o asumidos en un punto intermedio con una óptica más amplia.
Mi procedimiento se inició centrando la atención en mi experiencia interior.
Si bien nada escapa a la taxonomía soy parte de ella.
Toda forma de arte es conceptual.
La pintura es un modo de actuar muy complejo, un extenso plan basado en ideas individuales y materializado en pigmentos sobre la superficie del soporte.
Hay muchos procedimientos igualmente válidos.
La antigua vigencia del "Arte conceptual" se descontextualizó.
Significó algo en tiempos de Duchamp y Beuys.
Hoy, como lo oficial es la vanguardia de ayer, ¿qué significado puede tener?
No oculto mi sonrisa de satisfacción cuando se afirma la muerte de la pintura.
En el fondo, entre más extraño o anacrónico sea pintar, mayor es mi interés en seguir pintando.
La pintura es un acto íntimo, interior, reflexivo.


© Fernando Maldonado: "Hilandera reposando"

Sus implicaciones sociales o históricas han sido sopesadas y ordenadas en enciclopedias e infinidad de libros especializados.
Nada desvirtúa la individualidad.
Vivir la experiencia pictórica a través de teorías relatadas por otros e interpretadas por terceros en los libros temáticos, es vivir una existencia prestada portando la máscara del falso profeta o vistiendo el traje ilusorio del emperador.
Más peregrina e ingenua resulta la suposición tácita que afirma que la complejidad intelectual está dominada por la abstracción pictórica o por la ausencia de pintura.
Necesito ver la historia del arte como una gran ficción.
¿Hay algo escrito por los hombres que en el fondo no lo sea?
La necesidad de entender la historia con otra óptica, es la única forma de escapar a la rigidez unidireccional de los eventos.
Algunos quisieron ordenar los actos de otros en una línea con principio y fin.
Afirmaron, según esa lógica, que el último evento es el que tiene un valor artístico complejo y que esa experiencia en el tiempo es transferible con sólo saber de ella por medio del relato escrito y leído.
La otra versión afirma que nada ha sucedido para el hombre individual y que sólo ejecutando por sí mismo "los actos artísticos" puede asegurar que los conoce, los domina y los asume
Para ese hombre individual la "historia del arte" es un relato de la experiencia de otros, que no le pertenece más que como referente y anécdota.
Por lo tanto le importa poco si queda inscrito en el megarelato histórico de la enciclopedia.
Pero desconfía de la fórmula fácil de muchas obras contemporáneas cuyas constantes son el tedio y un supuesto e indescifrable mensaje en clave.
Para el pintor que actúa desde la vocación pictórica, hay que a vivir a fondo la construcción de la obra por los propios medios y no a partir de la experiencia de otros.


© Fernando Maldonado: "Danza de las fibras"

Es fácil hablar de la pintura de Velásquez, Balthus o Baconpero hay una enorme distancia entre lo que leemos acerca de sus trabajos y la experiencia personal de sus autores al gestar su obra.
Escogí la pintura como vehículo de comunicación porque es autónoma, autocontenida y genera universos infinitos y porque después de todo el fenómeno de las vanguardias y su egolatría, la pintura perdió su inocencia artesanal y pasó a ser como la buena literatura, un ámbito en el que ya no se discute si se pueden o no usar palabras para conmover, si no mas bien, que vamos a decir con ellas y cómo.
No veo el arte como religión colectiva, ni a los artistas como guías espirituales, seres iluminados o constructores de la conciencia positiva del mundo; eso es parte del sobredimensionamiento que ha hecho de sí mismo el mundo intelectual, atribuyéndose el rol de redentor de la sociedad, como estrategia de permanencia y prestigio social y lo ha logrado gracias a que esa misma sociedad a la que niega y critica, es la que lo patrocina en un juego ambiguo del que todos se benefician.
El arte es egoísta pero algunos lo disfrazan de gesto filantrópico.